Los árboles de Bogotá hablan de patrimonio
Los árboles han
atravesado la vida del ser humano tanto en su dimensión emocional como en su cotidianidad.
La
palabra árbol está en la primera cartilla educativa para los niños, es el
primer dibujo, se encuentra presente en los juegos, en los cuentos y fábulas,
en los relatos de los abuelos. A lo largo de la vida tenemos muchos árboles
emblemáticos que pueden hacer parte de nuestro patrimonio y eventualmente
volverse patrimonio cultural para una comunidad en tanto tenga una carga
simbólica poderosa a nivel colectivo. Son fuente inagotable de beneficios
ambientales, de memoria y de historias. Un árbol emblemático es aquel que por
sus características físicas, su porte, su especie, su adaptación al paisaje
urbano, se ha convertido en insignia del territorio y forma parte de la
historia.
La evolución de la vida humana ha estado acompañada
siempre por la presencia de árboles, siendo estos proveedores de todo tipo de
recursos (alimento, abrigo y energía) que han contribuido en gran medida a
mejorar la calidad de vida del hombre, haciendo posible el desarrollo de las
civilizaciones.
Históricamente
a los árboles se les ha dado un carácter mágico y sagrado. “El árbol está en el
centro de todas las civilizaciones como metáfora de origen y espejo de lo que
somos, convirtiéndose en el elemento primordial del relato mítico” (Ferro Medina 2010) . Son considerados
como seres vivos dotados de conexiones con el inframundo (Raíces), con el mundo
terrenal (tronco y ramas) y con el mundo elevado (copas). Aún en la actualidad
se emplean rituales ligados con lo mágico (baños y rituales). Ha sido el
símbolo vivo más potente y fundamental de todas las culturas, ubicado en el
centro del mundo ritual, de la teología, el mito y el cosmos.
Los
árboles han hecho parte de la cotidianidad y de la identidad individual y
colectiva de las personas, familias, barrios, instituciones, entre otros desde
siempre. Al observar desde una postura crítica que significan los árboles para Bogotá,
se puede evidenciar que efectivamente generan vínculos entre estos y sus
habitantes, más aún, han sido protagonistas de hechos que han marcado momentos
históricos que se evocan en el presente al momento de apreciarlos. El vínculo
de los árboles con los ciudadanos está dado por convivencia cotidiana, afectos,
vecindad, apropiación, potencia y arraigo al lugar, conciencia ambiental,
memoria, identificación, evocación infantil, familiar y rural, recuerdo,
alimento espiritual, presencia física en un espacio de la ciudad.
En
la actualidad “Sería impensable la ciudad sin los árboles pero,
paradójicamente, su continuidad y presencia permanente, así como nuestro
acelerado ritmo urbano, han hecho que los dejemos de ver, que los
identifiquemos vagamente y que olvidemos sus innumerables aportes a la vida
urbana” Gabriel Pardo García-Peña. Director, Instituto Distrital de Patrimonio
Cultural.
Es interesante como se puede leer la historia de Bogotá a
través de sus árboles, dando cuenta de la forma de entender la ciudad en cada
uno de los diferentes momentos. “Cuando
se hable de la historia del hombre, necesariamente se debe mencionar los
eternos compañeros de su devenir, la tierra, la flora, la fauna y el paisaje”,
cita tomada de la Estación del teleférico, Monserrate – Colombia (Salgado y
Alonso s.f.)
De
cierta forma se puede decir que la historia de la ciudad está viva a través los
árboles que conforman lugares, construyen barrios y generan vínculos
identitarios con sus habitantes.
Los
Muiscas, antiguos habitantes de la sabana donde hoy se implanta la ciudad de
Bogotá manejaban una visión sagrada y mágica de la naturaleza, siendo el Nogal
uno de sus árboles sagrados. Por este carácter sagrado, en 1575 el Nogal fue
objeto de persecución y talas masivas, a sangre y fuego, ordenadas por los
misioneros llegados con la conquista española que vieron en ellos una fuerte
competencia con la religión, esta campaña fue tan agresiva que condujo a
convertirlos en una especie amenazada. En los últimos años se ha incentivado su
siembra en la ciudad.
Por
efectos de la entrada de la colonización y con ella de otra cosmogonía, los
árboles fueron perdiendo poco a poco su carácter sagrado para adquirir una
resignificación funcional.
En
estos tiempos los cerros orientales fueron víctima de una tala intensiva debido
en primer lugar a que el bosque era considerado “criadero de pestilencias” y
posteriormente porque la madera era la principal materia prima empleada para la
construcción de las nuevas viviendas. Esta actividad generó una sangrienta
guerra entre españoles y muiscas que contribuyó en gran medida con el
exterminio de estos últimos.
Con
la llegada de los españoles llegaron también nuevas especies de árboles como el
Brevo, el Papayuelo, el Durazno y el Manzano,
de estos se extraían sus frutos para producir dulces y acompañar
colaciones. Estos productos hoy día hacen parte de la gastronomía típica de la
sabana de Bogotá. Aún se conserva la presencia de estos árboles en los jardines
de algunas casas de la ciudad.
La
arquitectura colonial, desarrollada en las viviendas de la Bogotá de los siglos
XVII y XVIII, estaban organizadas a partir de un patio central, empleado para
la siembra de estos árboles frutales, además de arbustos, plantas florales,
aromáticas y medicinales. Esta arquitectura, en la que cada casa tenía su
propio mini bosque, no se requería de parques urbanos, por tener cada casa su
parque particular.
El
actual centro histórico, conformado por casas coloniales, el eje ambiental y la
Quinta de Bolívar, cuentan con una disposición de árboles que evocan la época
colonial. Algunas casas aún conservan en sus patios interiores árboles que
hablan del modo de vida y jerarquías de aquel entonces. Por otro lado el eje
ambiental simboliza el desaparecido río San Francisco, uno de los límites de la
ciudad de este momento de la historia.
En
los tiempos post independentistas existía una gran preocupación por parte de
los nuevos líderes de reforestar la estéril nación que habían recibido; por tal
razón para mediados del siglo XIX se inició una campaña de siembra de árboles
en la capital tales como el Pimiento Muelle y la conocida Palma de Cera
quindiana hoy árbol nacional, presentes en lo que actualmente se conoce como el
parque de la independencia.
El
árbol pasa entonces de ser un elemento funcional para hacer parte de un
proyecto de nación. En 1883, se construyó el primer parque de la ciudad, en
conmemoración de los cien años de nacimiento del Libertador; lugar emblemático
que estaba ubicado en la séptima con veintiséis, hasta 1957 cuando lo
destruyeron para construir los actuales puentes.
Con
esta nueva visión de la ciudad se inició un proceso de reinserción de los
árboles al espacio público, hecho que va a tomar fuerza en las siguientes
décadas.
En
1893 una nueva especie de árbol llegó a Bogotá, se trataba del eucalipto de la
variedad E. Globulus importado desde Nueva York por el presidente Murillo Toro.
Fue sembrado por los pobladores de la sabana en sus fincas y en los cerros
orientales. Al ser una especie foránea tuvo una implicación ecológica grave en
el suelo, debido a que sus raíces lo resecan. Ya para 1890, los antiguos
bosques que cubrían los cerros orientales habían desaparecido por completo y conformaron
la imagen que hoy conocemos.
Los
barrios Chicó, Santa Bárbara, el Retiro, Santa Ana y Usaquén donde antiguamente
se ubicaban las haciendas que circundaban la ciudad de Bogotá evidencian en la
actualidad el paso de éstos árboles foráneos.
En
1931 se llevó a cabo la inauguración del Parque Nacional, este hecho constituyó
un acto sin precedentes en favor del medio ambiente y hoy es memoria de este
momento; se protegieron algunas quebradas y se plantaron miles de árboles en
sus predios. De aquellos días nos han quedado tres especies exóticas: las
Araucarias, los Cipreces y las Yuccas; además, especies nativas como la Palma
de Cera, el Caucho Tequendama y el Cedro. En la actualidad es una de las zonas
verdes más extensas y recordadas por los habitantes.
Durante
esta década se construyeron muchos parques urbanos como protagonistas del espacio
público, dentro de los que destacamos, los parques del Brasil, Teusaquíllo y
San Luis.
Para
las décadas de los 50´s, 60´s y 70´s la ciudad sufrió un acelerado proceso de
crecimiento, lo cual motivó la construcción informal de viviendas en las
laderas de los cerros orientales, lo cual provocó una nueva deforestación en
sectores este lugar.
En
1955 se fundó el Jardín Botánico José Celestino Mutis, lo cual muestra un nuevo
interés estatal por consolidar la identidad de los habitantes a través de los
árboles emblemáticos. Actualmente es un lugar de pedagogía nacional por
excelencia, cuenta con árboles nativos y foráneos que se esparcen por la
ciudad.
Entre
los años 60´s y 70´s con la construcción de los Parques Distritales por parte
del IDRD se introducen nuevos espacios de recreación a la ciudad que generan un
nuevo vínculo de consumo entre los árboles y sus habitantes. Esta iniciativa
fue la antesala para la construcción de uno de los proyectos más importantes a
nivel urbano que mantenían este concepto recreativo, “el parque Simón Bolívar”,
construido en los años 80´s en conmemoración al bicentenario del nacimiento del
libertador. El parque cuenta con más de 70.000 árboles sembrados. Ofrece
paisajes diversos y heterogéneos conformados por: alamedas, setos vivos,
variados relieves de colinas, terrazas y zonas planas.
Es
a partir de esta época y hasta hoy que los árboles han tomado un carácter
paisajístico y ordenador a nivel urbano tomando una gran importancia para la
ciudad.
Los árboles imprimen carácter a los diferentes lugares
dentro de la ciudad, se puede decir que “le imprimen personalidad”. Hoy no se
pueden pensar los espacios públicos o abiertos de Bogotá sin la presencia de
sus árboles, ellos están presentes de forma silenciosa y casi imperceptible, pero
muchas veces dan cuenta de eventos importantes ocurridos en cada lugar.
BIBLIOGRAFÍA
Alcaldía Mayor de
Bogotá. Memorias del Foro arborización urbana Bogotá D.C. Bogotá D.C.:
Comunicaciones gráficas Leyva, 2000.
Ferro Medina, Germán. Árboles
Ciudadanos: En la memoria y en el paisaje cultural de Bogotá. Bogotá D. C.:
Impresión Linotipia Bolivar S. en C, 2010.
Molina, Luis Fernando.
«Biblioteca Virtual Luis Angel arango.» Biblioteca Virtual Luis Angel
arango. 1995. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/faunayflora/arboles/indice.htm
(último acceso: 25 de Agosto de 2011).
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